domingo, 5 de abril de 2009

Último segundo

Todo puede cambiar en un segundo. Haber trabajado durante 39 minutos y 59 segundos no vale de nada si en el último segundo te meten esa canasta que desequilibra el marcador y te deja con cara de tonto. Hoy no pasó eso.
Hemos jugado un buen partido. Concentrados desde el principio, conscientes de lo que nos jugábamos y de lo que teníamos que hacer y como hacerlo. No nos ha importado que jugara Dan Highcock, ni que Agustín Alejos haya metido todo lo que falló en la Final de la Copa del Rey. Hemos estado acertados en el tiro, por encima del 50 % de tiros de campo y muy coordinados en defensa. Hay cosas que mejorar, claro que sí. Pero estamos manteniendo una línea de juego muy buena y regular. Este triunfo tenía que llegar, los chicos lo merecían después de 7 partidos seguidos perdidos (Fundosa, Valladolid, Meaux, Oldham, Taranto, Roma y Barcelona) pero jugando muy bien y con nuestras ideas claras.
En cuanto al viaje, pues a ver cómo me explico. Te recogen a las 5 de la mañana en tu casa para volar a las 7, 2 horas y media de vuelo hasta Madrid y más de una hora de furgoneta a Toledo. Llegas, comes y a dormir en el suelo del Pabellón. Tenía mucho miedo de cómo afectaría este viaje al estado físico de los jugadores, por ello hemos hecho un calentamiento especifico concentrado en los estiramientos y los gestos técnicos.
Ha salido bien, han acabado reventados los jugadores del quinteto pero es normal, ha sido un partido muy duro y no he encontrado la ocasión de realizar cambios con garantías, así que los cinco titulares han jugado el partido completo. Me voy con ese mal sabor de boca. Los que me conocen como entrenador saben que me gusta que jueguen siempre todos o casi todos y este año la verdad que se me escapa más de una vez ese principio, pero hay objetivos que cumplir, y lo estamos logrando.
Escribo desde el avión, sobrevolando el Océano Atlántico en medio de nada y en medio de todo. Nos queda sólo un viaje. Esta frase esconde una mezcla de alegría, tristeza y nostalgia. Alegría por el descanso del guerrero (ya hace falta). Tristeza porque se acaba la convivencia con este grupo humano que cada día me engancha más. Y nostalgia de recuerdos, situaciones y momentos pasados.
Espero que el verano pase pronto y empecemos de nuevo con esta rutina.

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